Crítica a "Canciones Punk" en Tatuceras



La gente del blog-zine Tatuceras, se despacharon esta emocionante crítica a Canciones punk para señoritas autodestructivas. Firmada por Camilo Tapia, la leen acá. O a continuación.




UN MIXTAPE PARA LA MISERIA


Detrás de toda esa tinta que colorea las postales de Valparaíso, se esconde el corazón de una ciudad punki. Porque, más que una joya que brilla en medio del Pacífico, el puerto es un suburbio distópico que parece haber sobrevivido a una catástrofe nuclear. Es ese su verdadero rostro: el de una metrópolis que subsiste entre las ruinas del progreso, la fragancia a meado y el tufo de una brutal resaca de lo que alguna vez fue. Este territorio y sus habitantes delinean la ficción de los siete cuentos que integran Canciones punk para señoritas autodestructivas (2011) de Daniel Hidalgo (Valparaíso, 1983).        

Con una precisión descarnada, Hidalgo cercena brutalmente a ese Valparaíso de estampilla y expone sus vísceras y tumores. Escarba esos rincones atestados de tags para rescatar las historias despojadas de patrimonio. Así, confecciona el álbum de retratos de esa “raza de mutantes viviendo en las alcantarillas, en las sombras de los desechos y la mierda de una ciudad que ya colapsa”. Y es el fracaso, acompañado de litros de alcohol barato, algunos paquetes de marihuana con bencina, unos pocos gramos de cocaína, mucho odio y, por supuesto, la ilusión de que fuera de Valparaíso todo podría ser mejor, el único sustento de estos personajes que, al igual que el lugar en el que habitan, quieren prácticamente caerse a pedazos. Sin embargo, logran transgredir los ataques de la imposibilidad y la violencia porque conocen una formula de resistencia: “La vida en la calle no es dura si eres un conchesumadre”.

Canciones punk para señoritas autodestructivas logra trazar la hagiografía bastarda del ghetto porteño. La santidad de los flaites y de los rockeros, y de toda esa clika que divaga por el puerto, está aquí, encapsulada en viñetas saturadas de sangre, disparos y chuchadas. En “Rock and roll elefante” se transmite el último recital de un pésimo vocalista con aura de rockstar, más preocupado de su rencor emocional que de crear memorables singles; en “Barrio Miseria 221” un grupo de punkys que parecen seguir la filosofía de Ricky Espinoza conocen el miedo a la inocencia entre los cerros; en “Silencio, hospital”, la inaguantable espera en la sala de urgencia de un SAPU origina el único acto de valentía de un ex guardia de seguridad; en “Ella era una chica indie” el abandono y el despecho desencadenan una reacción alérgica en el narrador cada vez que se cruza con productos under; en “Inflamable”, una pareja recurre a los más retorcidos métodos para restaurar su agrietada relación; en “La formula del fracaso”, tres adolescentes con escasa experiencia delictual perpetran un violento robo; en “Los monstruos mecánicos” se ilustra, a punta de golpes, por qué no es bueno remover el pasado con antiguos amores.

Cada uno de estos relatos armoniza el resentimiento de sus personajes con la reproducción de un mixtape preciso y oportuno. Daniel Hidalgo inserta una banda sonora   desigual que ralentiza o estimula la brusquedad de esas escenas. Es posible escuchar a The Clash remixeado con Agrupación Marilyn. O a Yeah Yeah Yeah’s entre los beat box de pendejos raperos. Así, compone la música incidental apropiada para desentrañar el fracaso. Canciones punk para señoritas autodestructivas se vuelve un compilado imprescindible para escuchar la rabia silenciada de los intérpretes de la miseria.

Camilo Tapia

Comentarios

Anónimo dijo…
Que buena que siga metiendo bulla.
lavozpasiva dijo…
Buena volada el libro.. felicitaciones.
Daniel Hidalgo dijo…
Gracias, muchachos!
Sofia dijo…
le estoy leyendo gustosa, compré su libro y decidí pasar a saludarle

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