It's the Only Way to Be

Ruby Tuesday se llama la canción. Es la segunda vez que suena esta noche que no es jueves, sino sábado, y que se prolonga al infinito. O a un sábado en repeat absoluto, como se escuchan aquellos discos que son malos, pero que siempre terminan teniendo un gran tema escondido en su universo de mediocridad, como hoyos negros hermosos y esperanzadores. Los chicos fueron por hierba. Las chicas ríen desde la cocina, en ese lenguaje tan ajeno que es el de las mujeres cuando están sin lados b al rededor. Y yo, que soy una especie de Categoría Aparte, espero con el vaso en la mano y con ese buen compañero que es el cigarrillo a medio quemar, sobre el cenicero improvisado que resultó ser la tapa del Alto del Carmen. La noche es un secreto. Esta noche es nuestro secreto. Las chicas vuelven al centro de operaciones clandestino, este living del cuarto piso del edificio ñuñoíno, y yo me doy cuenta de que el secreto es, en realidad, Mick Jagger. Ese Jagger reptil capaz de todo. Ese Jagger pequeño dios tan cotidiano como intergaláctico. Ese Jagger enamorado de supermodelos que podrían ser sus hijas. Ese Jagger enfurecido en medio de la más salvaje de las baladas. La chica más delgada da vuelta su vaso de vino. Queda la evidencia plagada en el piso y suelta la más lindas de las sonrisas de la noche. Las otras chicas van por un paño o servilletas o cualquier cosa que sirva para limpiar aunque sea un poco de esa mancha dolorosa. Los chicos ya llegan, suenan las llaves en la puerta.

Ruby Tuesday cantan los Rolling Stones.

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