
A) Me compré el Clinic cerca de las tres de la tarde del día jueves. "Caldo de Cultivo" sobre comics con la tremenda ilustración del "Son of Red" del tremendo Millar como preámbulo. Sin embargo, el artículo -dividido en pequeños reportajes y aportes freaks- es lamentable. Simple. Incorrecto. Liviano. ¡Decepción!
B) Forzar a personajes insignes como Anarko a una lectura superheroíca es una estupidez. El comic chileno se basa justamente en eso: acá nadie nos protege. Los tipos son malos: Anarko es incapaz de ayudar a nadie, todo lo contrario. Don Graf -que continuamente es citado en las páginas- ni siquiera es chileno y tiene una de sus apariciones más psicodélicas en un capítulo de los Simpson bajo el pseudónimo yanqui de "McGruff".
C) Curioso, el comic chileno es un comic de desacralización, de parodia, de insultos. No sé si de aventuras, tomando en cuenta sus cuasiorígenes con Ogú y Mampato, porque siempre fue con la intención de arrancar una sonrisa más que la de hacernos sentir seguros, libidinosos u observados.

D) Jucca fue mi sensei allá por el año 95, en el taller de comics de la Casa de la Juventud: allí aprendí a leer comics, a dibujar más o menos y a pasarme tardes enteras hablando del tema. Jucca corregía mis dibujos y me contaba sus experiencias. Me regaló un par de números de Bandido y el tomo antológico (-ontológico) de Anarko, que ahora me arrepiento de nunca haberle pedido una dedicatoria. Yo trataba, con mis ojos puros de niño, de ver a Anarko como leía a Jucca. Encontraba a ratos semejanzas, otros no. Pero luego llegué a la conclusión de que mi intención era una pérdida de tiempo. Anarko no era Jucca.
Hoy pienso que Jucca era Anarko.
E) En la Universidad, mi profesor de "Gestión Educativa" dice haber sido el creador de Forestín. Cuando chico odiaba a Forestín. Hoy odio a Forestín. Ya tengo a quién culpar.
F) Lectura torcida: Forestín es un emblema de nuestra dictadura. La cara chistosa e inofensiva de Pinochet. El control -forestal- encubierto. "No hagas nada, no hagas estupideces, contrólate". El casco no es seguridad: es autoridad.
G) En Chile no hay superhéroes: hay pordioseros, hay criminales, hay detectives, hay sinverguenzas, hay rebeldes, y si alguien podría sospechar de la existencia de alguno no son más que parodias, plagios o robos. Pero no hay superhéroes. Como tampoco existe un enemigo visible, todos sabemos que está allí pero no lo podemos leer explícitamente. Como tampoco tenemos héroes, curioso ¿no?
H) Algo pasa con el sol de Pelotillehue que no logra activar los genes superhumanos en sus habitantes. Nadie puede protegernos de una invasión extraterrestre liderada por Elvis, ni de Bush, ni de la pedofilia. Estamos condenados a vagar por la calles, pateando piedras como Los Prisioneros, escupiendo al cielo y esperando nada como Nicole. ¿De todos modos, quién necesita a los superhéroes?
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Gonzalo