
La mitad de mi cara se repartió por los bordes más extraños e insólitos de mi habitación. Quedaron mis fibras pegadas por las paredes con el impacto de la belleza metálica que no se incrustó en mi cabeza, sino que la atravesó de norte a sur. No recuerdo cómo eran cada una de las sensaciones que me invadieron en el momento preciso en que presioné el gatillo, pero en una retrospectiva panorámica sentía, por primera vez en mi vida, que estaba haciendo lo correcto. Una niña prendió una vela a un recorte de revista en donde salía una mala reproducción de mi rostro, cuando aún estaba completo, apenas vio la noticia por la MTV. Se sintió desolada, sintió que su propio Jesucristo había dejado de existir. Ahora me tranquilizo –aunque estoy asqueado de escuchar “Smells Like Teen Spirit” en todas las emisoras del mundo, a cada instante– porque debo reconocer que nunca imaginé que aquel presionar del gatillo, que aquella explosión en mi cara, sería mi mayor hit.
Comentarios
Días sin visitarte, pensé que me encontraría con más entradas jajaja, un abrazo Daniel...
Espero que los típicos "trámites" de fin de año marchen perfecto.
Saludos!
:*
Un beso amigo, te debo una explicación y una buena conversa...vos sabés.
Perdón por lo intrusa... pero paseando por ahí llegué
Saludos!
Mis felicitaciones, man.
Muy buen relato
Más ganas me dan de leer "Érase...", entonces.
Saludos!