¿Bailan los androides cumbia electrónica?

Técnicamente quedan nueve días para que se acabe febrero. Normalmente para estas fechas el Festival de Viña ya se había acabado pero como que Chilevisión, la emisora que lo arrendó hace unos años, cambió las fechas y ahora lo dejaron para el cierre del verano –que es en febrero, definitivamente, y no el 21 de marzo–, la temporada estival que le llaman. No sé. Creo que los últimos festivales han sido los peores, una serie de clichés y repeticiones innecesarias, dotado todo de un glamour rasca y un patetismo sin límites. Pero bueno, no quería escribir del Festival sino de lo contento que estoy con lo que he venido cargando el iPod esta semana, que son casi puras novedades, lo que me hace pensar que este año se viene prometedor.

Empiezo con Mano Inquieta que es una banda de Valparaíso, que lanzaron su disco titulado Bellavista hace algunos días. Es rock mestizo latino y son jóvenes y esto último no lo digo por decir sino porque se nota en su fuerza y en que están aún descubriendo cosas y encantándose con esa misma música que me hizo vibrar cuando niño (pienso en Mano Negra, en Bersuit, en los Cadillacs, por sobre todo). Lo que más rescato de ellos es esa voluntad de querer definir una identidad porteña con una retórica propia de un sector universitario pero al mismo tiempo popular, en cuanto a estrato social, porque ¿qué es Valparaíso si no es universidades, bares y poblaciones?

Sigo con Atoms for Peace, que es el proyecto en el que confluyen Thom Yorke (Radiohead), Flea (Red Hot Chili Peppers), Nigel Godrish (Productor de larga data de Radiohead) y otros. Se llama AMOK y aún lo estoy procesando, es un disco oscuro, melancólico, con beats a veces bailables y a veces esquivos de seguir con la patita, una especie de Kid A con el flow del bajo de Flea dando vueltas por ahí, aunque a ratos tiende a desaparecer, lo que no es raro cuando tienes a Yorke al lado. Me fascina que Flea esté haciendo estas cosas, recuerdo Rocket Juice and the Moon, del año pasado, la otra super banda en la que el bajista se sumó a Damon Albarn (Blur, Gorilaz) y al baterista y director musical de Fela Kuti, Tony Allen, en donde releyeron el afrobeat, haciendo un trabajo sumamente interesante.

Está también el Holy Fire, el nuevo disco de Foals, a quienes, para ser honesto, no tomé mucho en cuenta hasta que los vi abriendo el concierto de Red Hot Chili Peppers el 2011. El disco es más que nada una ruta, una continuación de lo que habían hecho con sus trabajos anteriores (Antidotes del 2008 y Total Life Forever del 2010), pero dotado de una apreciable madurez, más ambicioso, más denso, más darky y más monstruoso.

Continúa el M.B.V. de los My Bloody Valentine y debo decir que acá tengo sentimientos encontrados, claramente este regreso discográfico tiene todo lo que los asiduos a la banda deberían querer, melodías que dan escalofríos, susurros, ruidos, fuerza, ternura… pero es un disco que tiene doce años de diferencia con su trabajo anterior (el tremendon Loveless) y probablemente podrían haberlo sacado el 93 y hubiera sonado igual ¿Qué hicieron los My Bloody Valentine todo este tiempo? ¿Se criogenizaron? ¿Se metieron a un sarcófago? ¿Qué escucharon todos estos años? Me hubiera encantado saberlo y cómo podrían haberse reinventado por estas fechas en que el rock es un zombie buena onda.

Me quedan, por supuesto, más cosas pero asumo que las iré comentado en posteos por solitario, es solo lo que me voy a ir hoy escuchando en la micro, aparte del Harlem Shake, claro.

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