Entrevista en Culto de La Tercera


El autor chileno –premiado en tres ocasiones por el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes– publica Fanfiction (Editorial Estruendomudo), conjunto de relatos sobre el punk y la cultura nerd. Es una de las novedades de la Feria del Libro de Santiago y la próxima Furia del Libro. 

Se conoce como fanfiction a esas historias creadas por fans y para fans. Ficciones que toman un texto original o persona famosa, como punto de partida, y lo llevan por nuevas aventuras. Ahí están los casos de Harry Potter, El señor de los anillos, así como Jane Austen, Crepúsculo y hasta el animé y el porno. Son versiones de estas franquicias que los mismos fanáticos escriben y cuelgan en la web. Pero claro: el fanfiction, para algunos, es mucho más que un juego, o subgénero, literario. Porque la gente que escribe fanfiction, por lo general también pertenece a una comunidad –o fandom– donde intercambian sus historias. Y se leen entre sí. Y se comentan. Y se aman y destrozan y trolean. 

Algo de ese espíritu se cuela en “Alerta de spoiler,” relato que abre Fanfiction, tercer libro de Daniel Hidalgo (Valparaíso, 1983). En éste, un crítico nerd, bastante egocéntrico, empieza a verse asediado no solo por sus propias críticas, sino además por todo ese universo cinematográfico que conoce y critica: hasta caer en el delirio puro. Así parte “Alerta de Spoiler”, el cual está contado como si fuera una entrada de blog. 

Les voy a contar algo. Tiene que ver con mi declaración anterior, en la que aseguré que Marvel paga a los críticos para obtener buenas puntuaciones en esos sitios que califican las películas según las distintas opiniones, con el fin de conseguir más audiencia motivada por esa supuesta buena recepción. 

Y vale aclarar: el primer cuento de Fanfiction es el más nerd. Y también el más explosivo. Un relato que trae a la mente esas escenas de peleas de los Avengers. Aunque en medio de Santiago. 

Corrí en dirección a la Alameda mientras el brazo mecánico gigante avanzaba bajo la tierra como un topo, destruyendo el cemento, abriendo una grieta que seguía mi carrera desenfrenada. Escapé lo más rápido que pude. Apareció una van negra, justo afuera del metro Los Héroes, donde la gente buscaba refugio entre ferreterías y sangucherías. (…) partimos por la Alameda esquivando vehículos mientras el monstruo se reincorporaba al asfalto, lo perforaba como un taladro y empezaba su persecución subterránea. 

“Es un mundo que más o menos conozco, entonces se fue dando rápido”, dice Hidalgo, quien hasta hace poco trabajaba como profesor, sobre la cultura de superhéroes y el relato que abre su libro. “Tenía hartas cosas dando vueltas, al propio Borges con Tlön, Uqbar, Orbis Tertius, pero pensando en una escritura y relectura desde la actualidad. Cambié la idea de estos ñoños de biblioteca y los puse como si fueran blogueros, medios incel y bien odiosos, en plena moda de películas de superhéroes”. 

-Más allá del punk y lo pop, que son dos temas que se repiten en estos cuentos, hay otro que también cruza, hasta ahora, tus otros dos libros: la adolescencia. ¿Te parece que es así? 
-Puede que sea la adolescencia no tanto como sinónimo de juventud sino como la idea de adolecer, de estar medio herido y hecho polvo, incompleto. Mis personajes son seres a la deriva. Y el punk, la cultura pop, la violencia y la marginalidad han sido más que nada una excusa para hablar de eso. Me atrae el extravío, la falta de certezas y sobre todo la posición que uno ocupa en un mundo moldeado por el consumo y la fantasía del éxito. 

-¿Y qué te llamó la atención del concepto fanfiction que decidiste usarlo como título? 
-Me encanta la idea de un lector interactivo, colectivo, amateur, porque ama las historias. Alguien que toma las ficciones de otros para darle rienda suelta a las propias, como si fuera una autobiografía, y las diversas anotaciones que hace sobre determinada obra o conjunto de obras. Creo que todos los autores hacemos en realidad fanfiction. Me gusta esa idea borgiana, que en el libro lo filtré además por Juan Luis Martínez, como señales de ruta. Pierre Menard, sin ir más lejos, hace fanfiction y es curioso el caso del Quijote, pensando en que tuvo hasta su propio fanfiction, el de Avellaneda, entre sus dos tomos, y que el mismo personaje don Quijote lee dentro de la obra. Es un tema que ha estado ahí, siempre presente.


Casa ajena 


Por muchos años, Daniel Hidalgo estuvo al mando de Matilde Calavera, banda de electrocumbia, o tecno tropical, que tocó en diversos escenarios de Chile. Y sus dos libros anteriores (la novela Manual para robar en el supermercado y los relatos incluidos en Canciones punk para señoritas autodestructivas) también se podían leer como soundtracks narrativos. Puede que sea por eso que Hidalgo, dentro de la escena literaria local, se desligue de otros escritores de su generación, los cuales parecen estar más interesados en escribir para sus pares, o para validarse frente a sus pares mayores, antes que buscar áreas en común (superhéroes, el punk, el pop, la web como aldea global y asfixiante), y así establecer un diálogo con gente que a primeras, tal vez, no sienta que la literatura es cercana a su mundo. 

“Descreo profundamente de la noción de escritor como intelectual, como un ejemplo a seguir, o modelo de autoridad y buen comportamiento, como ser superior y admirable”, dice Hidalgo. “Creo que un escritor es, más bien, todo lo contrario, un cronista equivocado, lleno de vicios y contradicciones, un sujeto perdido que no encaja en ninguna parte”. 

Desde hace un tiempo, además, Hidalgo está detrás de Casa Ajena, centro cultural ubicado en el barrio Matta Sur de Santiago. Es un espacio en que convergen la literatura, la música y las artes visuales. Un centro cultural, pero según Hidalgo “de un modo muy propio, independiente”. Ahí tiene su oficina donde escribe, pero también se realizan talleres, se hacen fanzines, tocatas, exposiciones de fotografía, pintura, ilustración y ferias de diseño. “En realidad, es un espacio en el que me siento vivo, en el que comparto experiencias con otros artistas, he conocido gente maravillosa, sobre todo del campo de la música, ahí”. 

-¿Cómo ves la generación que viene antes de ti? Me refiero a Zambra, Costamagna, Bisama, Meruane, una generación que al parecer le cuesta desmarcarse del relato (o post-relato) de la dictadura. 
-Me complica un poco, la verdad, esto de las generaciones. En la universidad me enseñaban que este modelo que viene de Ortega y Gasset se articulaba más sobre un cuerpo social delimitado, hitos históricos, temáticas nacionales, y no por edades. En el caso chileno si uno va a Cedomil Goic o Fernando Alegría, que trabajaron modelos generacionales para sus estudios, uno se da cuenta de que las generaciones duran veinte o treinta años, por lo que creo que seríamos la misma generación. Yo viví toda mi infancia en dictadura, por ejemplo. 

-¿Y hay algún autor o autora, de los nacidos en los setenta, que te interese en especial? 
-En general, los miro con respeto, crecí como lector con esos autores que mencionabas antes. Me gustaría sumar al Rodrigo Ramos Bañados, al Marcelo Mellado y a la Nona Fernández. Entiendo que hay una cosa etaria que los ancla al tema de la dictadura de Pinochet, pero acá me pongo anarco punk y yo creo que la dictadura está más viva que nunca, que se ha vuelto posmoderna y por eso parece otra cosa, pero sigo viendo un país violento, represivo, muy penca, sectarizado, entregado a las dinámicas del consumo y el exitismo, al abuso y a la discriminación. Por eso mis preocupaciones, al menos estéticas, van más por un presente, un hoy. 

-¿Y cómo ves la generación que viene luego de la tuya, esos autores y autoras en sus veinti-pocos o veinti-muchos? 
-Lo mismo, sigo creyendo que es una misma generación, pero bueno. Le ha tocado difícil, hay modas editoriales, no solo locales sino globales, que apuntan a un determinado tipo de literatura, que parece que da buenos réditos económicos y cierta atención de los medios culturales. Me refiero a esta sicosis del testimonio, de lo autobiográfico, de la preocupación egoísta por los problemas propios, de los seudoensayos sobre uno mismo y de esa cosa que llaman autoficción, que me parece pura vanidad y falta de calle. Si hay algo más aburrido que la vida de un escritor, es la vida de un escritor joven. 

-Por último: ¿has escrito fanfiction alguna vez?, ¿lo lees? 
-He tenido estudiantes en colegios que son fans en mala de los fanfiction, que solo leen fanfiction y que creen que superan a las sagas juveniles originales. Me gusta la idea de que se ha reinventado como un formato exclusivo de Internet, con su propia dinámica de lectura y circulación.



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