
Con el cristal más roto de los pocos pedazos que salvé
voy a construirte un pasadizo:
para que botes esa lágrima segura
−sin esforzarte demasiado−
en alguna habitación
La guitarra está destruida
y la garganta está seca,
y ya no quedan monedas
para seguir rompiendo cristales
en otra habitación.
Comentarios