El Día del Joven Común y Corriente


Nunca luché por nada que me obligara a caminar más de tres cuadras seguidas, ni a pasar hambre, ni a transpirar mucho –aunque tengo ese problema, sudo demasiado por cualquier cosa–. Es más, creo que nunca luché, ni lucharé, ni lucharía por nada que me hiciera alejar más de quinientos metros de mi escritorio y de mi Compaq presario v3000 que me compré gracias a un premio en dinero que me otorgó el Estado a través del Consejo de la Cultura. Y ahora que lo pienso ¿existe una palabra más sufrida, mamona y autocomplaciente que “luchar”?

Durante mis años en la Universidad nunca lancé una piedra a los pacos; nunca usé una polera del Ché, nunca incendié un McDonalds, ni un Falabella, le veo más sentido quemar un Líder; nunca participé en una marcha cantando esos cantitos tan típicos de las marchas que emulan a las antiguas marchas, las de verdad; nunca me encapuché; nunca participé en una olla común; nunca delinquí en contra de ninguna PYME; no me hice vegan, ni vendí hamburguesas vegetarianas al lado del loquito que toca el djembé; nunca escuché a La Polla Records ni usé los pantalones a media raja; nunca me gustó el Canto Nuevo; ni grité de dolor el nombre de Victor Jara; nunca quedé inconciente en una peña; nunca lancé una molotov; nunca pinté una pancarta, ni a favor de una educación igualitaria, ni a favor de los presos políticos mapuches, ni conmemorando mártires recientes.

Eso sí, tengo mis preocupaciones, pero mis actos no están en la calle y tengo problemas para desarrollarme en un entorno de masas. Me niego a ser una postal rebelde. ¡Qué fácil es convertirse en postal por estos días!

Creo en otras estrategias, en una pelea actual, con monstruos actuales envueltos en problemáticas de hoy en día, una pelea de verdad.

Pero soy un cabro tranquilo, con las molestias y temores que eso acarrea. Me cuesta mucho apartarme del computador. Y aún así, creo que hago mucho más que cualquier pelotudo que me venga a hablar de contrarreformas, contraculturas, de autonomías y de revolución.

Me niego a ser llamado combatiente: porque nadie combate, sólo escupen desde su cómoda posición, desde la casa que les pagan sus padres, como una fiebre que acaba tras cinco años, cuando acaban la Universidad.

Por eso propongo un día para la gente como yo, propongo el día del joven común y corriente. Y es más: propongo la fecha de mi cumpleaños para llevarlo a cabo.

Comentarios

Baradit dijo…
GRAN, GRAN, GRAN post.

Buena lectura para este dia del joven delincuente, man.

Un abrazo!
Anónimo dijo…
entonces para el próximo 19 de junio no te diré mi típico: "¡FELIZ CUMPLE DANY!"
sino que lo cambiaré por: "¡FELIZ DÍA JOVEN COMÚN Y CORRIEBTE!"
excelente como siempre...y siempre logras arrancar una sonrisa y un gesto de afirmación en mi rostro.
te quiero y te extraño amiguito del alma.
Daniel Hidalgo dijo…
Gracias, Baradit!

muuuuuchas gracias por tus palabras, Pame.

Los invito a sumarse a esta noble campaña.

:P
Anónimo dijo…
Hola Danii, pucha hace rato que no pasaba por acá pero andaba por el vecindario y aproveche de ver que se teje jajaj.
Ah estoy completamente de acuerdo contigo porque lo que cuentas lo vi todos los días durante 6 años y la cosas afuera cambian. Como siempre dije y seguiré diciendo que al final todos se venden al sistema y se terminan metiendo toda su filosofía en el bolsillo.
Ya po el día de tu cumple lo celebraremos de manera especial. Ya mi niño
Te quelo muchooooo
y... sí!
y... no tanto!

Porque por un lado está la postal de postales, pero por otro lado (mucho más invisible aún) hay cosas más jodidas que cualquier crisis de conciencia.

Lo que sí, de todas maneras, es que -si hay que agarrarse a coscachos por algo- no tiene para qué existir un rito; uno se agarra a coscachos no más, con vehemencia e imprevisibilidad.

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