Volver a los clásicos

Cada cierto tiempo vuelvo a los clásicos. No me refiero a la literatura, sino que al rock, cosa que encuentro harto más fascinante que los libros. Tengo la idea que antes todo movimiento cultural era más intenso y honesto, y en eso juega un papel crucial el rock and roll.

Me dejo fascinar por el primer periodo de The Beatles, que en realidad siempre detesté, por cagarse a tanto artista negro, pero ahora, gracias a mi amigo MH, he podido lograr a entenderlo de otra forma. Y las melodías son super oreja, ¿para qué vamos a andar con cosas? No hay nada más tatuador emocionalmente hablando que los primeros hits de The Beatles. Me trasladan a mi infancia cuando los escuchaba con mi viejo, en Viña, pero además, los redescubro y me interpretan lo que ahora soy.

Escucho también a Dave Clark Five, banda que por lo demás, a ratos, encuentro mucho más potente que los primeros “bitles”. Con mucha más onda y energía.

Luego paso a Chuck Berry, el maestro de maestros, para seguir con el primer punk del rock and roll, Jerry Lee Lewis, y terminar con algo de Ray, o de Little Richard.

No puedo dejar de sentir las armonías de las Shirelles, y ahí me vuelvo negroide y me paso a otras cosas que no vienen al caso.

El soundtrack de estos días.

Estamos listos con el número 22 de Ciudad Invisible, la única revista-de-verdad de Valparaíso. Yo no podría estar en otra cosa. Me enorgullece que los muchachos hayan creído en mí y me hayan invitado, hace casi un año atrás, a participar de este enorme proyecto sin par, duélale a quien le duela. Nos quedamos sin capitán, Felipe Montalva se fue a Baires, pero hizo bien la pega y dejó un equipo bien consolidado para seguir con esta publicación, costó pero ya se viene el nuevo número.

Sigo con las críticas en la sección “la cornisa” que viene con más material que nunca. Me gusta hacer crítica, me gusta que anden nerviosos y asustados, porque la comodidad en este puerto culturaloide, se vuelve enfermiza. Si hay algo malo, hay que decir que es malo y punto. El tema de las sensibilidades es otro. Me parece bien tarado que si uno quiere escribir, produce un objeto y lo lance al escaso público lector, le molesten las opiniones. Es tonto. Es censor. Es no tener idea del diálogo estético y de los discursos críticos, ni de la democracia. ¿Qué importa que uno haga crítica en medios, que sea profe, que sea poeta, que sea narrador? ¿Acaso un lector común y corriente no puede opinar sobre sus lecturas con libertad absoluta? Eso es ser prejuicioso con la gente, creerse rockstar y santo.

En realidad hablo desde la distancia. No conozco a nadie en este mundillo local y no me interesa hacerlo, nunca me interesó. No sé qué podría hablar con ellos.


La cosa es que con tanto espíritu emo, es mucho más agradable escribir de rock que de literatura porque en Valparaíso el rock le vuela el traste a cualquier otro intento artístico, pero la pega está justamente en la producción escritural local. Porque, parafraseando a Bloom, “hay tan poco tiempo para leer y la gente lee tan poco, ¿Por qué hacerle leer cosas malas?” Mejor que se la salten y eso es una montaña de arena.

Sí, tengo facebook y me tiene medio adicto.

Comentarios

Anónimo dijo…
a mí no me ha provocado ningún tipo de adicción esa cosa de facefuck, pero igual lo tengo...jijiji

lo único que me tiene adicta es la música...sobretodo el brit rock...o indie...no sé....pero me gustan los británicos...

un besote amigosho!!!!

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