Música en el patio trasero de la ciudad miserable




Por Juan Pablo Cifuentes

Los relatos presentes en Canciones punk para señoritas autodestructivas del escritor porteño Daniel Hidalgo no escatiman esfuerzos en mostrarnos la fusión entre la estridente música punk de los ochenta con la desolación del barrio marginal, de las avenidas destrozadas por el paso del tiempo y la acumulación de la pobreza y el tiempo que acecha a los protagonistas destinados a vivir bajo la angustia, la injusticia y la muerte.

Daniel Hidalgo nos muestra no solo la realidad de Valparaíso que es desconocido para los turistas que visitan la joya del Pacífico, sino que enfatiza su escritura en presentar a una sociedad en donde la hibridez de lo correcto e incorrecto, de lo postmoderno y lo arcaico, de lo sublime y lo profano nutren a cada relato con los sonidos de la música punk que van golpeando paso a paso al lector que termina seducido por una lectura placentera y siniestra.

Así, en el relato “Rock and Roll Elefante”, hace su aparición Freddy Carrasco, un músico venido a menos que deambula por los bares y tugurios porteños mostrando su arte en la guitarra pero que no sabe sobrevivir sin el amor que le ha dejado en estado de inanición. No es casual que el encuentro entre Carrasco y su antigua pareja, que ahora encuentra refugio en manos de un amante de los vampiros, sea el puntapié inicial para que Carrasco muestre su resentimiento, ese comportamiento primitivo, salvaje y áspero que termina asfixiándolo.

Canciones punk para señoritas audotestructivas promueve el ejercicio esperpéntico de tirar la basura en la patio trasero, acumular la suciedad debajo de la alfombra para ocultar lo indeseable. De esta forma, el relato “Barrio Miseria 221” conjuga con mayor claridad el devenir de estos personajes que presentan historias marginales, prontuarios de fracasos y devastaciones de mala suerte y que unidos en esa búsqueda por la sobrevivencia y el mito de la felicidad terminan siendo fulminados por infantes de doce años seducidos por las ansias de poder y dominancia del barrio. El poder consume incluso a los más nobles, no hay lugar para la infancia, la vida gira en torno a la fortaleza de la vileza, la miseria se tributa con sangre, con muertes recordadas por su crueldad.

Hidalgo invita al lector a mirar desde otra perspectiva la realidad. Le dice al oído que escuche a The Buzzcoks y se contagie con la esencia del punk, con la rebeldía de los ritmos acelerados, del yámbico sonido de la autodestrucción del ser humano ocupado en malgastar su tiempo en la miseria que le consume poco a poco hasta agotar sus fuerzas y succionar la sangre de los protagonistas.

En este sentido, el cuento que refleja con vileza y sordidez esta premisa es Silencio, Hospital en el cual nos encontramos con un hombre que ha tenido mala suerte en la vida, su relación amorosa fracasó y con ello la separación de su hijo, dinero construido a través de atracos, tráfico y el malvivir son los tesoros que acumula este protagonista que lleva a su abnegada madre al hospital ya que el dolor de brazo que padece es insoportable como consecuencia del incremento del ataque cardiaco que está padeciendo. Este cuento es una ácida crítica a nuestro actual sistema de salud pública, en el cual las personas deben enfrentarse a largas horas de espera sin recibir atención médica que termina con una revisión superficial y genérica que insta a las negligencias. Así, tras ser paciente y ver como la salud de su madre (tal vez uno de los últimos cables a tierra de humanidad que posea en una vida delictual), se iba consumiendo progresivamente, decide tomar el toro por las astas y comienza a realizar una serie de acciones desastrosas que derivarán en el caos. Es así como el acto de apuntar con un arma de fuego a una enfermera para obligar a que atendieran a su madre se replica en la desesperación e incredulidad de comprobar que el médico de turno en lugar de realizar sus labores de urgencia se encontraba manteniendo relaciones sexuales con una funcionaria del hospital. La muerte de la madre desencadena el rito final del asesinato del médico por su negligente actuar y del suicidio del protagonista que es incapaz de soportar el triste final de su madre.

De este modo, Canciones punk para señoritas autodestructivas permite al lector un acercamiento a la realidad cotidiana que es envasada en el anonimato, en el sin fin de historias y tragedias que día a día van acentuando la actual condición miserable del ser humano.

*Copiado de acá.

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