BAR

A veces siento como si yo fuera el tipo arrollado en plena carretera en esta road movie de nunca acabar. Siento que me voy quedando fuera de foco, o por lo menos sin esa línea pequeña pero importantísima para la continuidad de la escena. Rodeado de ejemplares aficionados a ese nihilismo stereo que se puso de moda después de los videos de Nine Inch Nails que daba la MTV en aquellos tiempos en que el canal transmitía videos. Siento también que los autos pasan a mi lado como bengalas disparadas en un partido de fútbol. Pero no alcanzo a alarmarme y me sumerjo en el estado zen de aquel que nunca practicó el zen. Mi novia me cuenta que su vecina se muere de cáncer porque un ex-novio le practicó vudú y yo me río y le pregunto cómo puede creer en esas cosas. Y ella me afirma la veracidad de su comentario valiéndose del hecho de que el ex-novio reconoció toda su culpabilidad en el asunto. Brujería. ¿Cómo no escuché antes de ella?

Una noche. Un bar. Una mesa. Una chica con una adicción preocupante por los talleres de poesía rodeada por una cantidad moderada de muchachos que beben de la verga fantasma de Teillier. Ríen. Beben. Y leen poemas. Poesía robada. Poesía propia. Y se angustian exacerbadamente cuando el último verso leído no sonó demasiado a Teillier. ¿No te parece que Teillier lo habría escrito de otra forma? Mmm… ese texto es muy Teillier. Y Teillier por aquí y Tiellier por allá. Pero Teillier no está. Yo sólo sonrío, aunque mucho no entiendo porque me sumergí en el vaso de cerveza hace dos horas para no tener que intercambiar palabra con nadie. A ellos no les molesta, es la tercera o cuarta vez que me comporto así. Siguen leyendo poesía y olfateando si el último pedo que se tiró el chico de al lado huele realmente a los pedos de Teillier.

A veces, como Condorito, me siento con el derecho de exigir una explicación. Darle una forma curva al mamotreto de greda que encontré a medio diseñar. Sin embargo, luego me la pienso mejor. Y veo que no estoy tan mal, o que me gusta la idea de desencajar. Los bares no pueden ser tan malos. Por algo me agradan. Y prefiero estar acá y deduzco que de no ser así estaría en una discoteca inventándole coreografías al último hit de Miranda!, o empantanado en el lumpen pandillero rítmico del reggaeton, dudando si el bulto en el bolsillo del tipo que baila a mi lado es realmente un celular o una colt 45.

Y me quedo en el bar. Y se me escapa una que otra carcajada.

Si la vida fuera una road movie, los bares serían las gasolineras inevitables para la trama de la cinta. Esas gasolineras en donde siempre pasa algo importante. La aparición de un miembro arrancado a alguien. El encuentro de un maletín lleno de joyas. O el nunca agotado tema del asalto en plena noche. La vida como una Road Movie, el bar como una gasolinera. Una pausa. Una hamburguesa. Una meada en un baño insalubre. Mi vida es una película casera.

Un chico que hace vudú a una ex-novia, unos jóvenes que hacen espiritismo literario en un bar de mala muerte, un tipo que intenta crear una metafísica cuántica sobre los bares y el lugar qué él ocupa en los bares. No parece una mala película. O al menos parece una película que yo vería una y otra vez.

Y los muchachos me invitan a que les recite algo pero yo no escribo poesía. Trato de explicarles este punto importantísimo pero no me escuchan. Y me quedo callado, y ellos callan. Y pienso en que ya se me hizo tarde y debo partir. Y les digo: Les recitaría poesía pero debo partir, así es que los versos se van conmigo. Y me pongo de pie. Y un muchacho relincha y aplaude y dice a toda boca: ese poema que recitaste es muy Teillier.

Y me voy.

Comentarios

Anónimo dijo…
aunque no creas en brujos.
Baradit dijo…
no hay nada que me produzca más placer que caminar por los lugares de siempre, entrar en los bares de siempre, ver a la gente de siempre...y hacer retroceder mi mente...ser autre...y cruzar con angustia las puertas de la percepción para darme cuenta con horror que Blake tenía razón...las cosas son infinitas...hermosas como el primer plano de un tiburón viniéndose encima con la bocaza abierta. Ceveza, vudú, ciberesquizofrenia, Valparaíso y enajenamiento...que placer de dioses.
Felipe Rojas A. dijo…
De verdad el espíritu Teillier debe estar muy solicitado este último tiempo. En Valparaíso sobran invocadores de este y de Lihn y de Parra o Bertoni –estos aún estando vivos, lo que puede ser dentro de todo, de una gran delicadeza.
Saludos.
Anónimo dijo…
oe, actualiza tu hueá más seguido po.
y teillier y tus artistas me la chupan.

J0ne

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